No tengo nada de especial. Me gusta bailar, reir y saltar. Me gusta enamorarme, que se enamoren de mi, y que me mimen. Sí, me considero una princesa. No una princesa de cuento, naturalmente, sino algo mucho mejor. Soy una princesa real. Una niña convertida en mujercita que adora las palabras bonitas. Los poemas. Las cartas y las flores. Sí, en ocasiones puedo llegar a ser algo cursi. Porque adoro que me besen la mano, que me susurren palabras bonitas al oído. Adoro que me abracen cuando me voy a dormir, y que no me suelten la mano. Como ya he dicho, soy una princesa. De carne y hueso. Por ello, necesito un príncipe. Alguien a quien le encante llevarme en brazos, y que me guíe lejos a mirar las estrellas. Que adore sentarse en el suelo y mirarme... Como si no necesitara nada más. Como si yo fuera TODO.
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