Sentada en la cama, en pijama, con restos de maquillaje pero sin peinar. Guapa, hermosa como una gitana salvaje. Charlando, riendo, bromeando. Y ahora, ese nombre que te causa mil dudas, mil inseguridades. Una palabra, y tu sonrisa se hace aún más grande. Tu corazón se acelera. No puedes parar de reirte, te entran ganas de llorar, de gritar. Alegría. Te duchas, y mirándote al espejo, sonríes. Tu reflejo te devuelve la sonrisa. Y el brillo de tus ojos, que te sorprende. Y a la noche, después de cuatro horas hablando con él, te vas a dormir. Tumbada en la cama, imaginas su cara. ¿Estará el pensando en ti? Te preguntas si tendrá ganas de abrazarte, y de darte un beso. De quitarte la ropa suavemente, mientras te besa con un beso largo y húmedo. Imaginándote todo eso te duermes, feliz al fin, niña otra vez, con una preciosa sonrisa adornando tu rostro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario